LLAMADO DE LAS JERARQUÍAS AL MUNDO
Los tiempos actuales imprimen señales profetiza-
das en el transcurso de las épocas. Nuestra Herman-
dad siempre estuvo presente entre vosotros, mas pocos
quisieron escucharnos. De esos pocos que escucharon,
la mayoría se olvidó. El número de los que decidieron
obedecer a la Instrucción transmitida es mínimo.
No Nos quejamos de la falta de respuesta humana.
Solo constatamos, piadosamente, la triste situación
por la cual el ser humano mismo construye su propia
mortaja. Sin embargo, persistimos. Siempre persisti-
remos. Así es el poder del amor.
Nuestra ayuda estará presente, aunque de manera di-
ferente de lo que podríais imaginar. No impediremos
la acción liberadora de la ley universal que, por Gra-
cia divina, inexorablemente se derramará en el plane-
ta para el advenimiento de los nuevos tiempos. Nos
relacionamos con consciencias. Las formas cambian:
nacen, crecen y perecen. La consciencia trasciende y
permanece en la Eternidad.
El poder transformador del universo es un poder
divino, un principio creador por medio del cual la
Consciencia Única imprime Su propósito en la sus-
tancia universal y permanentemente lo actualiza.
Ese es el mayor bien posible —y está disponible para
todas las criaturas. Es un poder que eleva, cura y
redime. Es un poder magnético, emanado del Gran
Imán del Universo, fuente de Amor-Sabiduría, prin-
cipio esencial de la Hermandad.
Sin embargo, una intensa niebla recubre vuestra vida
diaria. ¿Por qué insistís en este modo de vida? Existe
una prisión mental y psíquica construida por voso-
tros mismos y alimentada continuamente. ¿Es esta
la voluntad de Dios para sus hijos amados? ¿Podríais
concebir la existencia de una civilización basada en el
bien y en la fraternidad? ¿Son el dinero, la posesión y
la propiedad la razón de existir; o la humanidad y el
universo fueron creados para que, en su realización,
sean canales de una vida divina?
Estamos con vosotros. Esta frase se volvió lugar co-
mún entre los seres contactados. ¿Cuántas páginas
se escribieron bajo Nuestra inspiración? Muchas. No
obstante, os preguntamos: ¿cuántos vivieron lo que
escribieron en ellas? La Instrucción, hermanos, es
para ponerla en práctica.
¿Qué sucedería si las nacientes pararan de verter
agua? ¿Y si el viento dejase de soplar? ¿Y si las abejas
dejasen de polinizar? ¿O si el Sol no brillase más en el
firmamento?
Si consideráis que todas estas expresiones son esen-
ciales para la continuidad de la vida, reflexionad,
abriéndoos a la gracia de la lucidez:
¿Cuál será mi papel, como integrante inteligente de
la vida universal?
¿En qué aplico mi energía mental?
¿En qué aplico mi energía emocional?
¿En qué aplico mi tiempo y mi capacidad de actuar?
¿Sé diferenciar lo que es evolutivo de lo que es re-
trógrado?
¿Soy capaz de mantenerme fiel a mis más íntimas y
elevadas decisiones?
No se construye una casa firme sobre arena. No es
posible escalar altos picos con una carga pesada. No
se acierta al blanco con una flecha curva.
Los plazos se acortan. Jubilosa es la liberación de la
consciencia. Jubilosa y bienvenida es la transforma-
ción planetaria. Sin embargo, ¿dónde están los huma-
nos que compartirán las dádivas de los nuevos tiem-
pos, de la vida futura y de la nueva Tierra?
No podemos transgredir vuestro libre albedrío, tam-
poco forzaros a soltar aquello que os aprisiona.
Pero proseguiremos llamando… Que los vientos de
transformación anuncien: “ha llegado la hora”. El
Gran Hierofante se prepara para la Ceremonia Mayor.
Que comparezcan los que, por amor al Plan Evoluti-
vo, osan trascender. Los que, por amor, osaron amar.
Que la paz de Samana colme vuestros corazones, hoy
inquietos e inseguros. Que la paz de Samana os pro-
teja de vosotros mismos. Repetimos, estamos con vo-
sotros y os aguardamos para una nueva vida, aún en
estos tiempos de transición.
das en el transcurso de las épocas. Nuestra Herman-
dad siempre estuvo presente entre vosotros, mas pocos
quisieron escucharnos. De esos pocos que escucharon,
la mayoría se olvidó. El número de los que decidieron
obedecer a la Instrucción transmitida es mínimo.
No Nos quejamos de la falta de respuesta humana.
Solo constatamos, piadosamente, la triste situación
por la cual el ser humano mismo construye su propia
mortaja. Sin embargo, persistimos. Siempre persisti-
remos. Así es el poder del amor.
Nuestra ayuda estará presente, aunque de manera di-
ferente de lo que podríais imaginar. No impediremos
la acción liberadora de la ley universal que, por Gra-
cia divina, inexorablemente se derramará en el plane-
ta para el advenimiento de los nuevos tiempos. Nos
relacionamos con consciencias. Las formas cambian:
nacen, crecen y perecen. La consciencia trasciende y
permanece en la Eternidad.
El poder transformador del universo es un poder
divino, un principio creador por medio del cual la
Consciencia Única imprime Su propósito en la sus-
tancia universal y permanentemente lo actualiza.
Ese es el mayor bien posible —y está disponible para
todas las criaturas. Es un poder que eleva, cura y
redime. Es un poder magnético, emanado del Gran
Imán del Universo, fuente de Amor-Sabiduría, prin-
cipio esencial de la Hermandad.
Sin embargo, una intensa niebla recubre vuestra vida
diaria. ¿Por qué insistís en este modo de vida? Existe
una prisión mental y psíquica construida por voso-
tros mismos y alimentada continuamente. ¿Es esta
la voluntad de Dios para sus hijos amados? ¿Podríais
concebir la existencia de una civilización basada en el
bien y en la fraternidad? ¿Son el dinero, la posesión y
la propiedad la razón de existir; o la humanidad y el
universo fueron creados para que, en su realización,
sean canales de una vida divina?
Estamos con vosotros. Esta frase se volvió lugar co-
mún entre los seres contactados. ¿Cuántas páginas
se escribieron bajo Nuestra inspiración? Muchas. No
obstante, os preguntamos: ¿cuántos vivieron lo que
escribieron en ellas? La Instrucción, hermanos, es
para ponerla en práctica.
¿Qué sucedería si las nacientes pararan de verter
agua? ¿Y si el viento dejase de soplar? ¿Y si las abejas
dejasen de polinizar? ¿O si el Sol no brillase más en el
firmamento?
Si consideráis que todas estas expresiones son esen-
ciales para la continuidad de la vida, reflexionad,
abriéndoos a la gracia de la lucidez:
¿Cuál será mi papel, como integrante inteligente de
la vida universal?
¿En qué aplico mi energía mental?
¿En qué aplico mi energía emocional?
¿En qué aplico mi tiempo y mi capacidad de actuar?
¿Sé diferenciar lo que es evolutivo de lo que es re-
trógrado?
¿Soy capaz de mantenerme fiel a mis más íntimas y
elevadas decisiones?
No se construye una casa firme sobre arena. No es
posible escalar altos picos con una carga pesada. No
se acierta al blanco con una flecha curva.
Los plazos se acortan. Jubilosa es la liberación de la
consciencia. Jubilosa y bienvenida es la transforma-
ción planetaria. Sin embargo, ¿dónde están los huma-
nos que compartirán las dádivas de los nuevos tiem-
pos, de la vida futura y de la nueva Tierra?
No podemos transgredir vuestro libre albedrío, tam-
poco forzaros a soltar aquello que os aprisiona.
Pero proseguiremos llamando… Que los vientos de
transformación anuncien: “ha llegado la hora”. El
Gran Hierofante se prepara para la Ceremonia Mayor.
Que comparezcan los que, por amor al Plan Evoluti-
vo, osan trascender. Los que, por amor, osaron amar.
Que la paz de Samana colme vuestros corazones, hoy
inquietos e inseguros. Que la paz de Samana os pro-
teja de vosotros mismos. Repetimos, estamos con vo-
sotros y os aguardamos para una nueva vida, aún en
estos tiempos de transición.
(Adaptado de una transmisión interna en la comunidad de Figueira, en Brasil)
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